Sofía Reyes: «Esperemos que nuestros barrios sean lugares donde estemos todas las personas, donde la diversidad se celebre como un valor»

Tener una vida digna y de calidad también pasa por tener buenos apoyos. Dar buenos apoyos implica que éstos sean elegidos y deseados por la persona; sean diseñados y gestionados respetando su voluntad y voz; contribuyan a su participación, a que la persona elija qué le gusta y qué le hace feliz, dónde quiere vivir, en qué quiere ocupar su tiempo de ocio, o con quién quiere relacionarse. Los buenos apoyos deben de ir de la mano de oportunidades y deben de darse en los contextos naturales de la vida de las personas, es decir, en su comunidad. Porque la vida sucede en nuestros barrios, pueblos o ciudades. Las buenas comunidades hacen posible las buenas vidas de las personas.

Pero ¿qué significa “buenas comunidades”? Son lugares donde la diversidad se ve como un valor, donde las personas participan, aportan y contribuyen, donde cada persona se siente respetada y puede expresar su identidad. Hablamos de espacios accesibles donde no se deja a nadie atrás y todos/as somos reconocidos como ciudadanos/as de pleno derecho.

Las buenas comunidades generan oportunidades para las personas y facilitan que se pueda cuidar a todos sus miembros proporcionando los apoyos que cada uno pueda necesitar, es decir, creando redes de apoyo comunitarios. Simon Duffy nos invita a “hacer que la comunidad funcione, ocuparnos de nuestro mundo. Tenemos que cuidarnos entre todos”. Por lo tanto, generar buenas comunidades depende también de ti y de mí.

El movimiento asociativo Plena inclusión está comprometido con las buenas vidas de las personas, con ofrecer buenos apoyos y construir juntos/as buenas comunidades. Así se refleja en los diferentes proyectos que están desarrollando en estos últimos tiempos. Uno de ellos es ‘Mi Casa: una vida en comunidad’ (www.micasauvc.org), proyecto financiado con los fondos Next Generation, de la Unión Europea. Esta iniciativa acompaña a personas con discapacidad intelectual y grandes necesidades de apoyo a transitar de vivir en modelos institucionales a modelos de vida en comunidad.

Para este proyecto es importante:

  • Que las personas que lo desean dejen de vivir institucionalizadas y vivan de manera independiente en barrios y pueblos como el resto de la gente. 
  • Que evitemos que las personas que necesitan más apoyos tengan que vivir de forma segregada y tengan oportunidades de vivir en comunidad con control sobre sus vidas y participación en su entorno. 
  • Que exista una nueva forma de concebir los cuidados que empodere y dé el control de sus vidas a todas las personas y les permita vivir de forma normalizada. 
  • Que aquellas personas que necesitan más apoyos puedan disponer de todos los que necesiten para poder vivir vidas plenas, con vínculos, redes de relaciones personales, oportunidades para participar y contribuir en sus vecindarios.

Una de las soluciones innovadoras testeadas por este proyecto ha sido un nuevo rol profesional llamado: conector/a comunitaria (www.conectorescomunitarios.org ). Este nuevo perfil surge para ofrecer apoyos en dos sentidos:
– A las propias personas, para que puedan encajar sus preferencias, relacionarse y participar en la comunidad.
– Al entorno cercano de estas personas, para lograr una comunidad más acogedora e inclusiva con la diversidad.

El papel de la persona conectora comunitaria es:

  • Vincular a las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo en su comunidad, en su vida diaria. Trabajan en la comunidad y para la comunidad, detectando oportunidades, o creándolas, para que todas las personas puedan desarrollar sus intereses, construir relaciones y vínculos significativos, y contribuir en sus barrios y pueblos a través de su experiencia y su participación.
  • Actuar en la comunidad para transformarla y hacerla más incluyente, justa, solidaria y acogedora con la diversidad. Trabajan para construir una buena comunidad, poniendo a la ciudadanía en el centro del proceso. Analizan las fortalezas del barrio o pueblo y fomentan la construcción de una visión común de la comunidad que tenemos, la que queremos conseguir y qué debemos hacer para lograrla entre todas y todos.

En definitiva, las personas conectoras comunitarias, contribuyen a construir buenas comunidades y, por tanto, buenas vidas para todas las personas.

Celebramos ahora 60 años de historia, pero ¿qué más es posible? ¿qué nos depararán los próximos 10 años? Esperemos que nuestros barrios, nuestras comunidades sean lugares donde estemos todas las personas, donde la diversidad se celebre como un valor, donde cada día se sigan conquistando derechos por la plena inclusión de todos y todas. Como dice Casilda Sabin, gerente de Plena inclusión Asturias: “Solo si lo soñamos, lo haremos todo”.

Sofía Reyes Rosón
Plena inclusión España

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